Miguel, Alessandro y Montse

Miguel

¿Qué es estar politizado hoy en día?
• Estar politizado no se puede dar en una vida privada. Esto no significa que la  existencia se pueda inscribir completamente o en una vida política o en una vida  privada. En otras palabras, la politización es intermitente, va de una a la otra. En este aspecto hay que tener en cuenta la interpenetración de estos dos ámbitos en las sociedades generales (derechos privados se convierten en públicos y los públicos en privados)
• Estar politizado, de manera general, es dirigir los esfuerzos de uno mismo a una causa común. En este sentido, formar parte de un partido político, una ONG, ser  miembro de una organización social (también deportiva) de cualquier tipo, es estar  politizado. ¿Qué tipología se podría trazar?
• Estar politizado es siempre formar parte de un nosotros. El peligro del nosotros es algo sabido (dictadura del partido, enfrentamiento etc.) ¿Habría que sortear este peligro? ¿Cómo?
• La disparidad de politizaciones nos sume en una confusión en la que somos incapaces de discernir el valor de cada una de ellas. ¿De qué manera se podría hacer esto? Tener una vida política empieza por tomar una decisión (“decido implicarme en este proyecto” etc.) y esto hace difícil la crítica y proponer alternativas. 
¿Cómo ser críticos?
• ¿Está la vida política definida por el contenido o por la forma? Es decir, ¿es significativa la razón por la que uno se politiza o el cómo se politiza?
• ¿Qué relación tiene la politización con el anonimato y la visibilidad? Sirve la politización para que se nos reconozca (derechos, leyes, normas) o, por el contrario,  para hacernos invisibles al poder?

Alessandro.

El concepto de politización tiene un significado doble. En primer lugar, según Carl Deutsch, la politización es el proceso a través del cual algunas cuestiones que no tenían relación directa con la política, ahora empiezan a tenerla. Esto puede deberse a una mayor interconexión entre una cuestión o un aspecto social (por ejemplo, el movimiento estudiantil en los años
60-70) y los detentores  del poder político-social (en general, los gobernantes). Por otro lado, la politización es un proceso que indica una mayor implicación y participación en los asuntos públicos de los ciudadanos. En este sentido puede afirmarse que esta no puede darse en la esfera privada de los individuos, a pesar de que la esfera privada pueda representar el lugar donde el individuo encuentre la motivación y la fuerza para empezar a politizarse.
Del nacimiento a la muerte, cada ser humano participa a la vida social, entendida como una red compleja de transiciones e intercambios sociales a las que puede contribuir por el simple hecho de ser un “participante”.
La participación política asume su significado más entendible si  estudiada como un conjunto de acciones de sujetos individuales y colectivos que – actuando de distintas formas en la que hoy en día se conoce como “sociedad civil” – influyen sobre las problemáticas relativas al clima político y social de las comunidades humanas, no sólo a nivel de valores e ideas, sino también a nivel de decisiones concretas. En este sentido, la politización puede acercarse mucho al concepto de participación política, definida por Rush en 1992 como la implicación del individuo en la vida política, incluyendo un abanico de actividades y de niveles de implicación que van del desinterés absoluto a la aceptación de un cargo público. Haxford en 1997 define la participación política, más en general, como el conjunto de accionesciudadanas con el objetivo de influenciar el proceso político (de toma de decisiones a cualquier nivel).
Más interesante resulta la clasificación de las formas de participación política dada por
Barnes y Kaase en 1979, quienes distinguen a individuos: a)       Inactivos: a lo mejor se informan o firman una petición;
b)      Conformistas: se involucran en formas convencionales de participación;
c)       Reformistas: participan de forman convencional y algunas veces se juntan a formas legales de protesta;
d)      Activistas: cubren todo el abanico de formas convencionales de participación y algunas veces se implican en formas ilegales de protesta
e)       Protestantes (Protesters): rechazan todas las formas convencionales de protesta y se implican sólo en formas no convencionales e ilegales.
Para aclarar la distinción terminológica, según Raniolo (2002), las formas no convencionales de participación social incluyen todas las acciones de protesta que pretenden representar un reto para las elites y las autoridades públicas, de contestación de la estructura de los intereses y del sistema de valores dominantes, de las políticas formuladas e implementadas.
En mi opinión, a esta clasificación hay que añadir la categoría de free-riders dentro de los inactivos, que son los individuos que deciden de forma autónoma y consciente no participar porque gozan de los resultados conseguidos por la acción politizada de los demás individuos.
A menudo estos individuos temen represalias de los detentores del poder político, social o económico, así como los inactivos.

Contestando a algunas preguntas que Miguel ha puesto antes, yo creo que la politización tiene que ver con la forma de acción de los individuos, ya que cada uno de ellos puede tener una motivación distinta, incluso puede haber alguno que actúa sin estar consciente de las razones que quiere defender, y lo hace sólo por emulación o por seguir perteneciendo al  “nosotros”, o sea por miedo de quedar excluido de su grupo social de pertenencia por ser un free-rider.
Ser politizado hoy en día implica relacionarse con el poder aceptándolo o contestándolo,  buscando modificarlo o buscando impedir que se vea modificado: la politización puede deberse a la voluntad de reforma o de mantenimiento del orden (conservadurismo) social. En esta relación con el poder los individuos buscan salir del anonimato, a menudo resaltando su pertenencia a un grupo social con características identitarias definidas.
Para poder afirmar qué es hoy en día “ser politizado” creo que tenemos que intentar  delimitar el campo de análisis que queremos analizar, o sea determinar qué características de la sociedad actual creemos que son más relevante en este aspecto, y luego relacionarlas con la politización. Por ejemplo, hoy vivimos en sociedades complejas donde el individuo está muy lejos físicamente e ideológicamente del poder, al contrario de lo que pasaba en la democracia participativa de las polis griegas. Es obvio que la politización de hoy no tenga nada que ver con la de entonces, a nivel material y a nivel ideológico. La pregunta es ¿hasta qué punto la politización es influenciada por el contexto social en el que se da? Por ejemplo,  ¿es la politización el resultado de procesos establecidos socialmente como el consumismo y el conformismo?

Montse

No sé cómo empezar porque tampoco tengo un discurso muy elaborado y hablar sobre lo que significa politizarse hoy en día me parece como un tema bastante amplio, retomaré vuestras ideas para comentar aquellos puntos en donde me reconozco. Cuando hablamos de politización pensamos en la polis ,y por ende, en lo público y lo colectivo, es decir, nos remitimos a un espacio donde convergen una disparidad de opiniones que actúan sobre un plano que pretende ser común a todos. Como comenta Miguel, politización implica un nosotros, por lo tanto un estar abierto a los demás.
Por otro lado, Alessandro comenta que la politización tiene que ver con la forma de acción de los individuos, estoy totalmente de acuerdo, y además que cada uno de ellos se mueve por  motivaciones e intereses propios. Quizás aquí lo relacionaríamos con la disparidad de politizaciones que según Miguel, nos sume en una confusión donde no podemos discernir el  valor de cada una de ellas. Lo que ocurre es que aquí ya introducimos un juicio de valor y empezamos a preguntarnos por el sentido del estar politizado, pero, ¿realmente se tiene consciencia de estar politizado? Alessandro se pregunta hasta qué punto estar politizado tiene relación con el contexto social, yo creo que la tiene toda, es decir, actuamos en base al contexto social en el que estamos, desde ahí es donde nos posicionamos, por eso considero muy interesantes las ideas de consumismo y conformismo. Es llegado este punto donde me pregunto si realmente sabemos qué es estar politizado, porque también se ha dicho anteriormente que una forma de estar politizado proviene del desinterés absoluto. Por ejemplo, pongamos el caso del ciudadano de a pie (como se suele decir de forma simpática). Este señor, en la mayoría de los casos en un asalariado, y no decimos obrero porque con el paso del tiempo se ha devaluado, y mucho, el significado de esta categoría. Como decíamos, este señor es una persona que se levanta cada día e invierte la mayor parte de su tiempo en un trabajo que seguramente le reporta una satisfacción mínima, pero que en cambio necesita para poder sortear las exigencias materiales de su existencia. Si además le añadimos que para poder  mantenerse en ese trabajo se le exige, cada vez más, mayor implicación pero sin contraprestaciones, pues llega un momento que no podemos pedirle peras al olmo. Llegados ese momento, lo que deseamos es que nos dejen tranquilos y no nos pidan que además tengamos que posicionarnos sobre según qué cosas, con lo bien que se está en los centros comerciales consumiendo, eso sí, lo necesario, pero lo justo como para conformarme. Con ello no pretendo ser ni simple ni sarcástica, pero creo que este perfil descrito responde por  bastante gente, en este caso, ¿qué es estar politizado? Por otro lado está la pregunta sobre la relación de la politización entre el anonimato y la visibilidad. A mi no me queda muy claro qué es estar politizado desde esta relación. Si estar  politizado tiene que ver con un nosotros se supone, en un espacio público y común, ¿cómo se maneja la idea de anonimato?, ¿es posible que precisamente lo que un anónimo pretenda es ser visualizado?, porque si ese es el caso, resulta bastante paradójica la relación en sí misma. También tengo la sensación que hoy en día, ser anónimo posee unas características muy determinadas. Estamos en una época de gran insatisfacción pero que del mismo modo se deja hacer, y pienso que éste es el terreno idóneo donde mejor se mueve el ciudadano anónimo. Pero, por favor, ¿alguien puede explicarme en qué consiste ser anónimo dentro de este contexto tan multipolitizado?

Miguel

Montse ha extraído el núcleo del quit de la cuestión. Si nos ceñimos al hombre nihilista (pasivo) occidental, ¿qué significaría politizarse para él? Pues bien, yo creo que el hombre nihilista no se politiza nunca, no quiere, no le interesa, no está en sus intereses. El hombre nihilista pasivo (el que no quiere nada) se encierra en una vida privada.
Por tanto, podríamos plantear al hombre anónimo como aquél que está entre el hombre pasivo y el activista político, digamos (políticos, agentes estatales etc.) Entonces, ahora así,  ¿qué significa estar politizado? Para mí sería la posibilidad de expresar el malestar social (el  mismo que nos retrata Montse). Él quiere hacer algo con él, transformarlo, dirigirlo contra los dispositivos de poder que le provocan el malestar (enfermedades del vacío: depresión,  suicidio etc.)
Ahora bien, quiero también decir algo sobre el "anonimato".
Este hombre anónimo (que, en cualquier caso, somos tú y yo) no reclaman nada en concreto: no buscan que se cumplan sus derechos ni que se les reconozcan algunos (esto es, por supuesto, imprescindible en muchas politizaciones pero yo creo que no lo es para la del hombre anónimo).
Por lo tanto, politizarse podrían ser los momentos en los que el hombre moderno logra hacer  visible su malestar, de manera anónimo, y consigue cortar la lógica política-capitalista. NOTA: (que os conozco y sé por donde me vais a atacar): esto no significa que se tenga que utilizar  siempre la violencia (aunque este sería otro tema)

Alessandro

El debate se está haciendo interesante, hay muchos temas en la mesa. Primero, yo creo que la cuestión del anonimato se soluciona un poco retomando el concepto de "multitud", es decir, el hombre anónimo se politiza a través de un grupo/una colectividad/un nosotros que le permite expresar su malestar social (pero no nos olvidemos que hay muchas manifestaciones de conservadurismo social también, como os dije la primera vez), siendo al mismo tiempo visible (como parte del grupo) e invisible/anónimo (como uno entre tantos).
Miguel me pidió que retomara la clasificación de acción política, y le añado la categoría de sujeto pasivo nihilista, y diferencio entre sujeto anónimo y personaje público:o)   pasivo - nihilista: rechaza cualquier forma de participación social.
Sujeto anónimo:
a)       Inactivos: a lo mejor se informan (periódico, internet, charlas con amigos o compañeros de trabajo) o firman una petición;
b)      Conformistas: se involucran en formas convencionales de participación, como huelgas reglamentadas, manifestaciones pacíficas autorizadas;
c)       Reformistas: participan de forman convencional y algunas veces se juntan a formas legales de protesta (manifestaciones pacíficas no autorizadas que ocupan una calle pero no paran las actividades principales);
d)      Activistas: cubren todo el abanico de formas convencionales de participación y algunas veces se implican en formas ilegales de protesta (manifestaciones no autorizadas, piquetes, ocupación de edificios o espacios públicos, interrupción de transporte público,  destrucción de máquinas de las fuerzas policiales, daños provocados a tiendas de multinacionales);
e)       Protestantes (Protesters): rechazan todas las formas convencionales de protesta y se implican sólo en formas no convencionales e ilegales (como arriba).
Personaje público, totalmente politizado:
1) activista
2: protester.
Dentro de cada movimiento/grupo social hay uno o pocos individuos que "ponen la cara", se convierten en los personajes conocidos con los que los demás se identifican: es suficiente que cada grupo tenga una cara conocida, para que los demás puedan quedarse como anónimos, como parte invisible del todo visible.
Como dice Miguel, politizarse no siempre tiene como objetivo algo concreto, puede ser el medio para expresar el malestar individual o de una colectividad. Una pregunta interesante: es posible politizarse estando solos hoy en día, o es necesario juntarse a una colectividad, a algún grupo social que funcione como vehículo de difusión del mensaje de los individuos?
Otro aspecto a considerar es que a veces la suma vectorial de las motivaciones individuales es diferente a la motivación del grupo, que puede ser objeto de interpretaciones externas (como ha mencionado Miguel, la clase política puede intentar disminuir una acción como la del 11-M), porque en un grupo se dan unas dinámicas ínter-subjetivas impredecibles.
En suma, politizarse hoy en día es participar a la vida política-social-pública de la colectividad a la que pertenecemos, por una infinidad de razones, con distintas formas, maneras e instrumentos. La gran mayoría de individuos se politiza porque no se quiere conformar con la configuración de la sociedad, pide cambios o pide que algunos cambios no se hagan, expresa su malestar (especialmente hacia los que detentan el poder político, económico y cultural).

Montse

Veo que hemos conseguido crear toda una tipología del ser político. Descartando las formas convencionales que ya conocemos me quedaría con la siguiente diferenciación (la clasificación que ha hecho Alessandro me parece muy esclarecedora):
• Hombre nihilista pasivo: no quiere nada, se retrae a una vida privada y no se politiza nunca.
• Activista político.
• Hombre anónimo: entre el nihilista pasivo y el activista político.
De hecho nos quedamos con este último y es el que más nos interesa.  Miguel comenta que politizarse son aquellos momentos donde el hombre anónimo expresa su malestar y lo visualiza a través de gestos radicales como fue el caso del 11-M. Para ello necesita estar  acompañado de un grupo donde se exprese el mismo malestar y creo que con ello respondo a Alessandro cuando pregunta si es posible la politización de forma unilateral o es necesario la fuerza de un colectivo. También es cierto que el anonimato puede tener varias lecturas, se puede ser anónimo siguiendo a un colectivo determinado (fuerza política o de similares características) pero este ser anónimo ya parte de una identificación, o bien el anónimo "sin nombre".
Como ya hemos comentado antes y respondiendo al primer apartado de Miguel, votamos que sí, que creemos que la politización, en el caso del hombre anónimo, siempre procede de un malestar.  Creo que el hombre, sea anónimo o no, nunca puede politizarse individualmente, siempre necesita de un otro para que su acción adquiera un significado político, por otro lado, eso no significa que el hombre no pueda actuar por sí mismo, pero en ese caso no creo que  estuviéramos hablando de politización, quizás tendríamos que buscar otra definición. Aunque desearía encontrar una explicación que defienda la posibilidad de una politización individual.
Repetimos de nuevo: el hombre anónimo expresa su politización a través de su malestar, y en este sentido no creo que haya una derrota aunque estemos inmersos en el modo de vida capitalista en el que vivimos. Porque es ahí donde adquiere significado la dualidad del  hombre anónimo entre su existencia y resistencia. Sin esa exterioridad en la cual combatir no se necesitaría resistir. Identificar el malestar es el resorte que activa la politización del  hombre.
¿Pueden darse las condiciones para que esta dualidad desaparezca?, es posible, claro, siempre y cuando coincida el estatuto del querer vivir con la realidad misma, pero, ¿cómo es posible que esto suceda?, es decir, podemos identificar claramente qué es aquello que no queremos vivir, pero la pregunta es, y espero no caer en la ingenuidad, ¿sabemos qué es lo que queremos vivir? Podemos compartir una escala de valores pero ¿sabemos cómo estructurarlos entre todos?, ¿cómo podemos salir de este paradigma para construir uno de nuevo?
NOTA: Miguel, en un e-mail anterior hiciste referencia a la violencia: ¿cómo se está plasmando el malestar general en el caso de Argelia y Túnez?, ¿es el hombre anónimo el  que está actuando? ¿hay un límite que legitime la violencia?

María Z.


Estar POLITIZADO/A significa tomar parte activa en las valoraciones, decisiones y actos propios y también de otro, siempre que determinen nuestras condiciones de vida. Hablo de voluntariedad (o poder), es decir, de ser consciente y capaz de transformar o mantener, aquellas situaciones creadas, que disponen el cómo, cuándo y por qué vivimos de ésta y no otra forma.
Hoy, en el Estado español, la politización de la población es prácticamente nula. A groso modo: un modelo gubernamental de un voto cada cuatro años sordo a las protestas ciudadanas, una representación sindical prácticamente inocua a los dictámenes sobre el trabajador, un sistema educativo rígido y fundamentado en la capacidad de retención (y no de comprensión) o un orden social mantenido con medidas coercitivas y control constantes, a partir del miedo y culpa por la anomalía.
Desde aquí, y si uno hoy desea politizarse, ha de escapar primero de todas aquellas estructuras creadas para que no se politice (párrafo anterior). Estructuras que son verdugo de las decisiones tomadas por individuos o colectivos particulares, con necesidades únicas de vida. Dónde la especificidad que cubre a cada sujeto, su intención exclusiva y quizás compartida,  es desechada en pro de la homogeneidad controlable y controlada.
No pienso en un individualismo extremo como posible fuga, pero si encuentro incompatible una sociedad de masa con la satisfacción de la voluntad individual o de colectivo/comunidad. Así, sólo quedaría, para poder politizarse hoy, tender al aislamiento territorial y social de pequeños grupos, crear espacios propios de reflexión y toma consciente de decisiones, trabajar por el autoabastecimiento y los tejidos densos de apoyo mutuo; para que manejar la propia vida ser real. Y desde ahí, atacar como se pueda la estructura dominante que nos expatrió, para alcanzar en el futuro un lugar más amplio dónde seguir politizándose.

Abu-ali

¿Qué es para ti politizarse hoy?
Cruzar toda la confusión y contradicciones que esta pregunta despiertan en mí.

De un lado politzar(me) significa perderme en un laberinto de espejos sin solución aparente. Aceptar como base de partida para la reflexión una palabra ocupada, un territorio hostil. De otro lado politizarme significaría ahora – y en primer lugar- olvidarme de la política, reinventarla  con otros nombres a partir  de aquello que tenemos más cercano: la yugular que cruza nuestro cuello. Quizás allí encontremos una respuesta, quizás allí -si nos detenemos un instante- descubramos que la comunidad, la vida, la tierra habitan en nosotros.

“Cualquier injusticia que cometáis será en contra de vosotros mismos”.
                                                                                  Al Cor'an 10:23

Daniel Barber Farré

Politizarse hoy, respuesta urgente, fuera de tiempo,
aunque politizarse siempre resulta "fuera de tiempo"

trabajo con colectivos ecologistas que lideran luchas ambientales desde la sociedad civil, llevamos años dando vueltas alrededor de unos problemas que cada vez crecen más. Parecen un cuento de Kafka:  una montaña de treinta millones de toneladas de sal pura de cocina, autorizada continuar creciendo hasta doblarse, ya es la montaña más alta de la comarca, las primeras luchas  empezaron hacia 1910, las hemos heredado de padres a hijos mientras la montaña seguía creciedo; o tal vez diez millones de cerdos dispesos en Catalunya, puestos uno detrás de otro darían la vuelta al planeta, el paisaje de comarcas enteras convertido en un sumidero de purines: granjas cerradas de cemento rodeadas de miles de hectareas de monocultivos de forraje destiandas a exterder los purines, un minimalismo que apesta; o tal vez  la misma defincion de un rio trasformada administrativamente para poder ubicar areas residenciales estrategicas: ciudades intemedias para futuros crecimientos demográficos que ya se estan planificando; o tal vez AGBAR, una multinacional que nos cobra la factura del agua en Barcelona, facturación que un juez ha declarado ilegal porque la multinacional no tiene contrato de concesión, es decir se le cedió el servicio del agua incondicionalmente, sin contrato alguno...

sobre todos estos problemas hemos hecho alegaciones, acciones, nos hemos manifestado, hemos sido interlocutores durante años con la administración buscando desarrollar un modelo de democracia deliberativo y al final nos hemos dado cuenta que el motor del problema es otro: la especulación, el flujo imparable del capital sobre el territorio, la suplantación del paisaje y la pérdida de memoria (una especie de alzeimer territorial), la inscripción del poder sobre el territorio (los discursos de los alcaldes y de los presidentes de las corporaciones que acaban en toneladas de cemento), la arbitrariedad corrompida de la definición de un limite entre la zona urbanizable y la que no lo es.
Me he sentido jugando una partida de ping-pong con la admistración, cada problema una pelotita, cada pelotita unas reuniones, alegaciones, quizà demandas pero al final siempre ganan los mismos. Las reglas del juego estan hechas para que no podamos ganar.

¿Que significa politizarme? Dejar la raqueta de ping-pong sobre la mesa, dejar que caiga la pelotita y empezar el relato....

Kike Tudela

¿Qué es para mí politizarse hoy?
Para mí la politización pasa hoy por ser capaces de pensar el mundo actual sin que nos abrume la gran cantidad de problemas y derrotas que vemos por todos lados, aquellas “nubes negras” que solo nos dejan sentir rabia e impotencia. Es un querer al mundo y a sus cosas que no se resigna, que quiere cambios y sabe que no está solo en su deseo.
Politizarse es desarrollar, promover y compartir una reflexión crítica de este mundo, para afirmar lo que queremos y sentirnos capaces de realizarlo, procurando ser nosotros quienes definamos los plazos de ejecución de nuestros deseos, aun sabiendo que todo puede estallar en cualquier momento y que en medio de la tormenta habrá que seguir defendiendo nuestros proyectos.
Es también hacer memoria, nuestra memoria, y saber encontrarnos juntos en las luchas pasadas. Vencer al silencio para recordar y recordarnos todo lo que se ha luchado y todo lo que queda por hacer, pero también hacer memoria de lo que hemos perdido y porque hemos perdido.
Conectar saberes de unos lugares a otros también es politizarse. Fomentar intercambios de ideas, tráfico de sueños con todo aquel que esté dispuesto a ello, ampliando instintivamente el sentimiento de “nosotros” cuando hablamos con desconocidos que nos transmiten su malestar. Saber argumentar y comunicar el significado profundo de las palabras, de rebeldía, dignidad, justicia, solidaridad…
Por si aun no ha quedado claro, afirmo que para mi politizarse hoy es una aventura colectiva. Es buscarse unos a otros para encontrarnos y para prolongar en lo posible ese encuentro. Vivir, trabajar, pensar juntos, cuidarnos y curarnos, vernos crecer a lo largo y ancho del tiempo y sentir esa compañía, ese cariño mutuo que da fuerza y sentido a la rebelión.
Politizarse es acercarse a la (T)tierra, a comprender sus problemas y atender sus demandas. Salir del ensimismamiento urbano, tecnológico e industrial, para valorar otras formas de vida, sencillas y plenas, que no están reñidas con saber aprovechar el potencial de los adelantos modernos y concederles un lugar en nuestra vida.
Politizarse es comer y amar con salud. Buscar y defender la salud en el vivir cotidiano: en nuestros alimentos, en nuestras relaciones y costumbres. Una noción de salud no elitista, propiedad de minorías privilegiadas, sino una voluntad renovada y general de querer vivir, de vivir vidas largas y bellas para llenarlas de luchas. 

José Antonio Jiménez Ramos

Politizarse es hoy estar en el mundo con todas sus posibilidades.
Politizarse hoy significa tomar el espacio de la decisión, los poderes no vienen a nosotros y nosotras a ofrecernos la posibilidad de participar, de hacer política, de trabajar para la cosa pública (res publica), hoy hay que conquistar el palacio de invierno de la  política para hacer POLÍTICA. Es necesario, como siempre, el compromiso de querer y además hay que conquistar el lugar de la decisión.
En el fondo de la cuestión está la posibilidad de estar en el conjunto de la sociedad. Pero, hay una pregunta que es anterior a la “política”, ¿estamos en una sociedad que promueve lo común, lo colectivo, lo general, lo de todos o, por el contrario, tenemos una sociedad basada en el salvese el que pueda. Se ha desmontado de forma interesada la posibilidad de lo colectivo, por aquellas instancias  sociales que están interesadas en que las personas no ejerzan de personas en su auténtica dimensión social.
Debemos tener mucho cuidado con nuestro lenguaje, no podemos darle el carácter de universal a aquello que es muy particular y propio de determinadas de individuos aislados que se juntan por intereses no comunes, eso es lo que yo llamo la política como espectáculo que se confunde con la POLÍTICA con mayúsculas, como decía más arriba.
Han conseguido alejar a las personas de la toma de decisiones que vedaderamente es lo que importa.

José Antonio Jiménez Ramos 

Rubén Díaz

Politizarse hoy pasa por hacer gestos radicales (que vayan a la raíz) en una vida cotidiana-cárcel-campo de batalla marcada por el nomadismo, por lo cambiante, por la transformación, una metamorfosis-palimpsesto infinita. Sólo quedan gestos porque el mundo es un lugar demasiado complejo para asirlo de modo inquebrantable, de manera definitiva. Y no contar con esta desorientación implícita de los espacios anchos y diáfanos que habitamos (cuanto más grandes, más difíciles de ocupar) es no conocer las reglas del juego. Gestos radicales para reescribir esas reglas del juego. Y para reescribir las reglas del juego hay que jugar. Para destruir el juego hay que hacerlo conociendo su lógica interna. Hay que hackear su sentido primitivo.

Combine esta idea de ser “políticamente irresponsable”, irreverente, esta idea de salir al afuera, con la necesidad de sobrevivir día a día (el trabajo, la familia, las obligaciones fiscales, la pareja, los amigos, la salud, ) y obtendrá un título intangible con su nombre y apellidos, encabezado por la palabra “ciudadano”.

Rubén Díaz - ZEMOS98 - @rubendiaz

Paloma Sanz

Para mí politizarse hoy, en mi presente es sinónimo de frustración e
impotencia camuflado de un papel que meto en una urna. Es decir, sólo me
siento parte de la política cuando voto, cuando son las elecciones, pero
es que también me siento fuera de la política cuando lo hago. Siento que
políticamente no tengo voz, siento que no soy ciudadana, soy una persona,
pero tratan de convencerme de que también soy ciudadana, pero eso no es
cierto (aunque ya me gustaría). No puedo proponer ideas, no me siento
escuchada por nadie, no siento que pueda dirigirme a alguien de forma
efectiva y que me vayan a escuchar. No siento que haya democracia, con mi
voto, el partido al que vote se aliará a otro partido al que no he votado.
No puedo votar ideas, sólo puedo votar programas electorales, tengo que
elegir el pack completo, no puedo escoger ideas de varios partidos por
ejemplo.
Politizarse hoy no es sentir que formas parte de algo, es sentirte
enfadado, triste, es algo de intelectuales, de locos, de gente que sabe.
Hoy la gente joven no habla de política. Politizarse no interesa, no es
divertido. Eso me da pena, no podemos divertirnos siendo políticos,
probando cosas que dice la gente loca. Hoy la política no está al servicio
de los ciudadanos, y esto es muy duro. Politizarse viene del término
política, y hoy en día eso no existe, lo que se está haciendo no debería
de hacerse bajo ese nombre, eso es otra cosa.

Paloma Sanz - @palsanz
Cada vez, veo más gente
con una venda
puesta en los ojos.

Incluso he visto gente, a las que,
habiéndoseles movido un poco

se la vuelven a colocar constantemente.

Antonio Orihuela.
Comiendo Tierra. 2000.

Aimar

Hola,

pues un ejemplo que podría dar, a un nivel de producción artística (aunque extrapolable a otros niveles) sería el logo este que está en marcha des de hace un año y pico... 

En la página inicial se explican los principios por los cuales se generó el proyecto y estoy totalmente convencido que es una manera de politizarse hoy en día dentro del panorama actual de producción cultural.

Saludos,

aimar

Eva Caro

Politizarse hoy 

He dedicado las últimas semanas una parte de mi reflexión a esta
pregunta. He iniciado la mañana navegando en Internet para buscar
información en torno a la palabra:  politizarse. No parece suficientemente importante como para ser reseñable al menos
por el momento.
Desde el punto de vista gramátical resulta interesante ya que está
compuesta por un verbo y un reflexivo. Este concepto involucra, pues, una acción directa hacia uno mismo. No se trata, por supuesto, de un verbo de acción cualquiera ya que el verbo informa de un común, de un nosotros. En resumen, uno de los asuntos fundamentales que encierra esta pregunta sería: ¿como llegar a un proceso individual y voluntario que me y nos oriente hacia una acción de reflexión política de y en lo común?

La política 

Investigo la lista de sugerencias que me ofrece mi buscador en Internet. Me gustan cada vez más estas listas de sugerencias porque en algunas ocasiones me ayudan a tener en cuenta aspectos de un problema que de otro modo no hubiera investigado. El recorrido trazado por esa lista  a fecha 12 de enero de 2011 ha sido enriquecedor y productivo. Esta propuesta denavegación mental está compuesta por 10 coordenadas:

Política
Política fiscal
Política monetaria
Política económica
Políticas públicas
Política de una empresa 
Política comercial 
Política de calidad
Política  social 
Política ambiental 

Ante esta lista me encuentro, en primer lugar, reconfortada porque la política aparece o por lo menos la idea de lo que simbólicamente representa. La lista continúa de una forma irónica proponiendo grosso modo una gradación que iría de las políticas fiscales y económicas a
las puramente invasoras como son las políticas de empresa y calidad para recalar inesperadamente en la política social y ambiental.
Tras la lista de sugerencias decido investigar los resultados, las fuentes y los posicionamientos en la red. Es así como descubro que existe una mayoritaria correlación de fuentes de información con interés colectivo.
Así, seis términos tienen como fuente a la wikipedia, tres términos están posicionados en primer lugar de la mano de empresas de consultoría comercial que desarrollan su paquete de negocios o servicios en torno al marketing viral y la I+D+i, el último término tiene como fuente en la web en español al Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad de España.

Primeras agrupaciones

Recojo las primeras definiciones dadas por cada una de las páginas web que aparecen con una prioridad de posicionamiento. Aparecen los dos primeros grandes grupos con lógicas relacionales. 
El primer gran grupo es el encabezado por la política según la tradición europea iniciada por Aristóteles. Tres palabras clave parecen organizarse desde esta primera definición: política, Estado y beneficio de la sociedad. Por el camino hemos perdido el origen de la palabra politikós: ciudadano. Perdemos igualmente el del ordenamiento de la ciudad, de lo local, a cambio del Estado. Aparece como objetivo fundamental de la acción política el beneficio de la sociedad. Primer deslizamiento. Los estados-nación quedan configurados como superestructura de relaciones internacionales entre las que parece primar el comercio sobre cualquier otro beneficio social y función estatal. Es así como se desarrolla la política fiscal cuyo objetivo es el de mantener el equilibrio económico de un país a través de políticas monetarias como estratégias de economía aplicada. 

En el segundo gran grupo me encuentro con las opciones que he llamado
anteriormente invasoras. Aquellas realizadas desde el interés privado
empresarial y comercial. No debo en este momento obviar que por razones simplemente estratégicas investigué el marketing y por razones laborales las políticas de calidad. Es así como puedo entender el deslizamiento ejecutado desde los intereses privados en la lectura de la política. El vocabulario del marketing habla de servicios y clientes. El de la política nos hablaba de beneficios sociales y ciudadanos. Lo que ha sucedido poco a poco es que el ciudadano ha sido desposeído de autoridad social. Es cuanto menos sintomático que incluso la wikipedia haga una lectura de aquellos que tienen un quehacer político teniendo en cuenta tan solo a los estudiosos o politólogos y a los que la ejercen con un cargo público como
políticos. Es así como las formas políticas oficiales en la actualidad están íntimamente ligadas a una profesionalización de la acción
política resultando de este hecho que la toma de decisiones para dirigir un gobierno sea orientadas por acciones o servicios dirigidos a una masa de clientes democráticos. La pérdida de las ideologías desde la caída del Muro de Berlín respondió a una pérdida de proyecto de la política profesional pasando por una profunda burocratización. De este modo las plataformas de participación ciudadana recogidas por nuestra constitución sean asociaciones, sindicatos o partidos políticos se han convertido en un inútil pulso de correlación de fuerzas y tomas de poder calculado sobre la base de una buena gestión del sistema y de sus tiempos políticos pero sin proyecto.

Política social-Política ambiental. Posibles pistas

Parecería hasta ahora que no he hecho más que dar vueltas y realizar un análisis extraño pero en este camino me encuentro con palabras cable que debo revisitar, refundar y recombinar. Creo que es necesario revisar y poner encima de la mesa las formas políticas contemporáneas para desde ahí comprobar cuales son los déficits encontrados. En el paisaje político actual me parece urgente retomar un concepto fundamental: el ciudadano.
Recolocar en el centro y origen de la política a los ciudadanos, a todos nosotros como poder instituyente es revisar la política social.
Las formas actuales de nuestro sistema político no deberían tampoco
autocomplacerse cuando la calidad democrática de este país es más que
incompleta. Las instituciones estatales, autonómicas y locales han entrado desde hace un cuarto de siglo en un proceso de privatización profunda en el que ya sabemos que seremos tratados como clientes más que como ciudadanos. Véase en este sentido la privatización de los recursos públicos energéticos como Iberdrola, de los transportes como RENFE o de las comunicaciones como Telefónica. Por otro lado, la parte pública que queda de nuestras instituciones continúa desarrollando formas de liderazgo absolutistas ya que las direcciones de estas instituciones no están sometidas a un proceso de votación y transparencia democrática. En este caso, el ciudadano será tratado como administrado en una relación de poder marcadamente decimonónica y asimétrica.

En los últimos cinco años he podido comprobar como las políticas de marketing han ido invadiendo la gestión de lo público. Más que éstas me interesa remarcar los desarrollos más recientes de las políticas de
calidad como herederas del marketing en su vertiente más promocional y publicitaria. Últimamente he visto como McDonalds ha lanzado un anuncio televisivo en torno a la Q de Quality. Seguramente películas como Resize-me significaron la puntilla a un proceso de desprestigio en cuanto a la calidad de los alimentos que era más que un secreto a voces. Antes que transcendiera a la opinión pública había que intervenir y convencer de los parabienes de sus productos: las vacas forman una Q con el paisaje, los tomates y el trigo forman un collage con su entorno para dibujar esa letra como lema.

En la pequeña esfera restante de lo público también se están realizando estas políticas en el seno de instituciones públicas, sin duda se saben en crisis y así vemos como las escuelas, los museos, las oficinas tributarias u otras se parapetan y escudan con políticas de calidad como las ISO 9000 y sus derivaciones más actualizadas. Pero, ¿dónde está la trampa? Es bien sencillo. Solo someteremos a auditoria, es decir, solo escucharemos aquello que nos interese responder y que nos sea beneficioso. Solo daremos voz y participación a nuestros clientes en aquello que ya sabemos que podremos contestar. El paisaje sometido a la participación de los clientes es tan solo aquel que yo he cercado previamente. En el resto simplemente contestare con un "no procede". 

Lo público "no procede" y va desapareciendo por un proceso que va de la desmembración a la descalificación para conseguir cercarlo,
convirtiéndolo en una propiedad privada recalificada. Pero el mundo y todo aquello que consideramos un bien común no puede ser recalificado en un PAI cualquiera porque en ese proceso suceden demasiadas pérdidas: las pasadas, las propias y las futuras.

Politizarse es un proceso por el cual cada uno de nosotros ya hemos pasado pues nos encontramos escribiendo y leyendo. Ya estamos. Cómo cada uno de nosotros hemos llegado puede ser relevante para crear un archivo de fogonazos del sistema. Si me he politizado es porque he sentido un profundo malestar que iba cada vez en aumento. Puede resultar recurrente pero cada uno de nosotros hemos tomado diferentes dosis de la pastillita de Matrix. El mundo o lo real me resulta aburrido, aparece compacto, profundamente previsible y autoritario hasta que la punzada del malestar me hace entender que el sistema es fallido porque tiene brechas y yo soy una de ellas. Habitar y ser la brecha, recorrer fisuras es parecido a un trabajo de minas. Todo lo que nos rodea parece organizado y cercado pero resulta que no lo está porque estoy yo y otros como yo recorriendolo para encontrarle fallos. De la organización y archivo de esos fogonazos dependerá en gran parte que sepamos construir coordenadas diferentes para nuestros propios viajes o para el uso de generaciones futuras.

En mi caso he necesitado múltiples fogonazos transcurridos en un momento de reflexión personal que me permitió pensar la debilidad, mi relación con los demás y conmigo misma para llegar a la fortaleza. Abrir el oído a aquellas personas a las cuales parecía que "no procedía" escuchar o a las cuales había oído sin escuchar: un hombre de 94 años, una enferma mental de 40 y una niña de 8 años.

El anciano me trasladó su memoria y el saber de qué hoyo hemos salido cada uno de nosotros es importantísimo, la enferma mental la necesidad de un posicionamiento en el mundo así como el desarrollo de un conocimiento situado y la niña los valores por los que debía luchar.

El trabajo de recuperación de una memoria vencida, la investigación de los museos y lugares olvidados, la búsqueda de todos los "no procede", la lucha por evitar nuevos cercamientos de este mundo, la escucha de aquello que queremos legar como patrimonio de un procomún a las generaciones futuras. Porque en esas palabras hay muchas pistas y formas de hacer: reducir, recuperar, reciclar para conseguir la sostenibilidad y biodiversidad. Estas deberían o podrían ser las cinco velocidades con las que revisar lo real y nuestro espacio de pensamiento crítico aplicándolas a la economía, la democracia, las relaciones laborales, la escuela, las decisiones necesarias al ordenamiento de la ciudad y de nuestro habitar.

Enfocarnos a nosotros mismos de un modo diferente primando "el querer hacer algo" antes que "el querer ser alguien" puede ayudarnos a orientar esfuerzos colectivos y a no caer en la trampa de la fragmentación y la individuación propuestas por el sistema. En cualquier caso, por el camino de la pluralización lograremos al menos algo: autoestima.

Robertus

De una política siempre posible contra el Poder, contra el Futuro


Aquí no se va a decir a nadie lo que hay que hacer. Se trata solo de poder aquí hablarnos sin tener que sostener nuestra posición e ideas, esto de poder, a pesar de todo, intentar entender cada vez mejor lo que (nos) pasa, sin tener por ello que creer ni plantear u ofrecer ninguna “alternativa”, como dicen los bienpensantes señorones, por miedo a una crítica de verdad desmandada. Sin más. Por si acaso se puede hacer algo que no esté ya hecho. Porque a eso conviene no tenerle miedo: si uno ha llegado a sentir, en lo que le quede de común (que no es más que la mera negación de lo idiótico, particular o personal) la falsedad y el horror de la fe que se nos impone por todos lados y sus efectos bien palpables, está claro que no puede ya tener ningún reparo frente a la negación y la destrucción de lo que mata, y lo que mata –lo suelto así, de golpe- es el Futuro.

Esta cuestión de lo posible, de qué se puede contra el Poder, es algo que no interesa a nadie de una manera especial, profesional, científica, sino a todo el mundo, a cualquiera, en la medida que le quede todavía algo que sienta eso del Poder que está sobre nosotros, el Poder que padecemos. Esto que cuento no es tan fácil: parece que eso debía darse sin más, que cualquiera de nosotros, yo mismo, estuviera dispuesto a estar contra el Poder sin averiguar más. Y eso quiere decir contra cualquier clase de Poder, contra cualquier forma en que el Poder se presente. Y esto, que podría esperarse que fuera así, pues no es tan fácil. Razonaremos un poco por qué no es tan fácil y lo reconocerá cada uno en su propio caso.

Porque ‘Poder’, por supuesto, quiere decir el Poder del Estado, de los Estados, el Poder del Capital:  el Dinero, realidad de las realidades, muerte de las cosas, y que justamente en el Régimen que padecemos, el de la Democracia desarrollada, están confundidos casi perfectamente: Estado y Capital son lo mismo. Nadie puede distinguir con ninguna precisión la Administración Estatal, incluyendo la Municipal, la Autonómica y cualesquiera otras formas de Administración, de la Administración de la Empresa, de la Administración de la Banca, de las varias Instituciones del Capital. Los ejecutivos de lo uno y de lo otro son lo mismo, y sin ser muy pesimista, supongo que entre vosotros mismos habrá unos cuantos de ellos.

Hasta uno mismo ha sido también profesor, por tanto un ejecutivo del Poder de la Administración Pública, en ese caso a través de las Instituciones de la Cultura y la Educación, pero que pertenecen íntegramente a ese Poder. De manera que cuando digo ‘Poder’ hablo de ése, hablo de la Administración Estatal y todos sus derivados y sin distinguir ningún Ministerio (no puedo distinguir tampoco esto por ejemplo de la Cultura y la Educación estatales de las Instituciones propiamente del Capital, de la Banca y de todo lo demás): todos van juntos.

Si a alguien le queda alguna duda respecto a esta confusión entre Estado y Capital, pues nada más tiene que hacer esta experiencia mental: pensar si hay algún político de los de más de izquierdas que se pueda imaginar que sea capaz de levantar un dedo contra las Instituciones fundamentales del Capital: un dedo contra la venta de automóviles, un dedo contra el aumento de la Información televisiva, un dedo contra la Banca misma, y ya os daréis cuenta de que no: no tiene sentido. Hasta tal punto los unos y los otros son representantes ejecutivos del mismo tipo de Poder.

Pero ‘Poder’ no abarca sólo eso, que es lo más visible, lo que de una manera más clara puede oprimirnos, puede hacernos sufrir, sino que también ‘Poder’ es el Poder de los padres sobre los hijos, de los maridos sobre las mujeres, cualquiera sobre cualquiera, porque ahí el Poder no está tan claramente definido en sus límites, pero funciona, y desde luego eso es también Poder, y de eso es también de lo que estoy hablando. Y, en definitiva, queda lo peor de todo, que es el Poder de cada uno sobre lo poco bueno que le queda en sí mismo, cosa que ahora desarrollaré un poco más.  Porque eso también es Poder: el Poder que uno -creyendo que es el que es, con sus facultades superiores, su conciencia, su voluntad- ejerce sobre algo que le queda a uno que anda más por debajo y que no se sabe lo que es, pero que desde luego es la víctima, el objeto del ejercicio del Poder.

De manera que como uno personalmente está hecho así, a medias, por el opresor y el oprimido, y uno tiende más bien a ser, a reconocerse siendo el opresor, el que figura en su documento de identidad, el que ocupa un puesto en la Sociedad, el que tiene un Futuro o Destino, como cada día le predican Estado y Capital a través de la televisión y de los demás Medios, como uno tiende a reconocerse en ése, he ahí la dificultad que no nos deja contar tan clara y fácilmente con que todos estemos de acuerdo aquí en un “contra el Poder sin más”. Ésa es la gran dificultad: el Poder está también en uno. Y si esto se olvida recaemos en las mil monsergas habituales respecto a distinguir entre vida privada y vida pública, entre la Administración del hogar y la Administración de los Estados, y cualesquiera otras cosas de ésas que están hechas simplemente para distraer al personal.        

Para que se entienda qué es lo que quiere decir ‘Poder’ de una manera precisa, tengo que jugar un poco con este verbo popular, para decir que eso que mata las posibilidades sin fin que habría de vivir, de pensar, de cualquier cosa buena que podamos imaginar es justamente eso: el fin. Esta perogrullada querría que nos sirviera también, porque cualquier forma de Poder consiste en algo que podríamos denominar “Administración de muerte”, y ‘muerte’ es eso que nunca está aquí, que siempre es mañana o al día siguiente, o al año siguiente: siempre Futuro, siempre futura, nunca aquí.

Ahora, si nos paramos un poco en cómo funcionan Estado, Capital y demás Instituciones, nos daremos cuenta de hasta qué punto esto es así, sencilla- y precisamente. Se trata para Ellos de administrar Futuro, es decir: cambiar las posibilidades que había de que ahora estuviéramos sin más dejándonos vivir, por tanto dejándonos hablar, dejándonos pensar, sin más, cambiar eso por Futuro: lo que hay que hacer mañana, el plan que debe perseguirse, cuál es la meta a la que debe aspirarse. Éste es el gran cambiazo: el Dinero no es más que Futuro, y Ése es el Dios, Ése es la primera Realidad: no es más que Futuro. Pues Dinero es crédito, que quiere decir lo mismo que Fe. Dinero, así como no es nada palpable, en cambio es Futuro: muerte de cualesquiera cosas que podían estar vivas y de las que se podía estar disfrutando de una manera o de otra. Las disposiciones de un Estado cualquiera, de una Institución, son pura imposición de Futuro: te matan cualquier cosa que se pudiera estar ahora haciendo, sintiendo, en nombre de-, bajo la Ley de-, bajo el Decreto de-, bajo el Proyecto de algo que hay que hacer mañana, en el porvenir. Tenemos el ejemplo de las obras públicas para nada que, de una manera progresiva, estropean lo que quedaba de ciudades y también de pueblos, que tienen que ser cada vez más, porque el Capital y por tanto el Estado y el Ayuntamiento necesitan que sea cada vez más; se hacen en nombre de Futuro; es la futura Barcelona, el futuro cualquier cosa, y es en nombre de ese Futuro como nos hacen la puñeta de presente. Ésa es la situación. Eso es a lo que llamo “administrar muerte”, muerte-siempre-futura.

De manera que como a cada uno lo que le venden también esencialmente y con lo que lo someten y lo compran es Futuro -”hay que hacerse un porvenir”-, cualquier padre mismo, en el nivel más ínfimo de la Autoridad, se lo puede decir a su hijo “Entérate, la Realidad es así”. Y ‘la Realidad es así’ quiere decir ‘la Realidad es Futuro’, y por tanto “¿Cómo vas a andar dedicándote a hablar, a discutir y a estudiar cosas que a nadie le sirven para nada? Lo que tienes que hacer es preparar la oposición, antes preparar el examen…”. ‘Preparar’, es decir: Futuro, siempre, siempre Futuro.

De esta manera estamos constituidos (y empleo para la persona la misma palabra ‘constitución’ que puedo emplear para el Estado): cada uno está constituido por su condena a muerte. Se nace a este mundo, se encuentra uno metido en esta cárcel que es la Realidad, sin saber quién es, no siendo de verdad nada de persona, hasta que al año y medio o dos años, cuando ya ha cedido a someterse al idioma de los padres, se le comunica: “Te vas a morir”, “Tienes que morirte”, y ahí está el principio de la constitución, que es lo que, de una manera algo distinta, Freud mismo llamaba el principio de Realidad.

El principio de Realidad consiste, como él ya vio bien claramente, en esa sumisión al Futuro, el aplazamiento para mañana de cualquier cosa que evidentemente está impidiendo que ahora, de momento, pueda pasaros nada bueno. Ése es el principio de Realidad, el principio de Existencia, y es en lo que el Poder consiste.

Evidentemente en lo que he contado no se dice nada más que lo que es, lo que domina, lo que rige, pero no se ha dicho que eso sea todo, y que ahí se acabó, y que no hay nada que hacer. Por el contrario, eso se niega explícitamente: la Realidad no es todo lo que hay, el Poder nunca es todo por más que lo pretende, y por tanto siempre se puede -se puede- a pesar del Poder, se puede algo contra el Poder, se puede ir contra la Fe, en primer lugar contra la Fe, que es lo que sostiene al Dinero y lo que sostiene por tanto a todas la formas de Poder: se puede algo siempre contra la Fe por más que nos domine. Y lo importante en esa fórmula es el ‘se’ impersonal de nuestra gramática: el ‘se’ impersonal: ‘se puede’ no quiere decir que uno personalmente pueda (por lo que hemos contado antes: siendo uno mismo un caso de Poder contra sí mismo, está claro que uno personalmente, nada) y los conjuntos de unos (que todos vienen a participar en lo mismo y ser iguales ante el Señor, como la Democracia manda), tampoco: el impersonal ‘se’, siempre ‘se’ puede algo contra el Poder.

Se trata por tanto, en esta actitud política de hacer lo que se pueda, sin creer que se está haciendo lo que hace falta, sin fin, sin Destino. En ello estamos y con ello seguimos en cualquier otro momento.

Salut!