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Algunas observaciones más acerca de la politización:

(1) La mera indignación ante los efectos de un orden no es politización. Aún así, resulta claro que la indignación –y, por tanto, revelar lo digno- está en la constelación de toda politización.

(2) Toda politización (nos) implica (en) un decir, un pensar y un hacer un No y un Sí. El horizonte del No está en un orden contra el que se lucha, y contra el que se puede luchar de muy diversas maneras. El horizonte del Sí está en nuevas maneras de ordenar, y que se pueden producir de muy diversas maneras. La politización, pues, no es mera destrucción de órdenes.

(3) Toda politización implica en algo al mismo tiempo a uno mismo y a las complicidades en las que se produce. Ni tomar partido individualmente ni formar parte de un partido u organización es politización por sí mismo. La politización se hace desde un malestar, en la lucha contra un orden señalado y en la producción de nuevos órdenes falibles y contingentes; en eso consiste estar implicado “en algo”. La politización se hace, entonces, ejerciendo una posición (poniéndose).

(4) No se debe buscar en procesos diversos de politización un sentido único o un conjunto de signos o códigos compartidos. Lo contrario deriva en la discursivización y partidización de la política, con los resultados que ya conocemos. La politización revela justamente los antagonismos, hace estallar la gramática política del orden que se impone. No compartir códigos o sentidos únicos no significa no poder construir lenguajes o sentidos desde nuestro lenguaje y experiencia comunes.

(5) Toda politización implica necesariamente a la vez un decir, un pensar y un hacer. En cuanto falta uno de estos tres componentes, lo político se disuelve en la política, en el discurso. Ni decir ni hacer son ámbitos privados, como tampoco lo es el pensar. Solo resultan privatizables cuando un orden que se impone los disecciona y los convierte en mercancía que, como tal, debe circular (opiniones, saberes, habilidades).

(6) El objeto de toda politización es este mundo real, concreto y complejo que compartimos. Su objeto no es, pues, la conciencia, la idea o el discurso. Estar atento al mundo, experimentarlo en sentido fuerte, basta para tener millones de razones para politizarlo, para politizarse. Y una sola es suficiente.

(7) Toda politización desenmascara y construye. Ni lo desenmascarado ni lo construido conllevan el signo de la necesidad. Toda politización es una emergencia y responde a una emergencia.