cristo

La politización es hoy el tomarse la propia vida como un proyecto inaplazable. Es tomarse la propia vida en serio, no como algo que se hará en un futuro, cuando todas las circunstancias se conjuren para poder realizar ese proyecto que cada uno/a llama "yo mismo".
El impasse de lo político es el momento en el que ese proyecto se aplaza hasta el infinito, en el que se tiene ya la conciencia de que ese proyecto se quedará meramente en eso, en proyecto. Por eso es una época tan difícil, tan cruda para toda aquella propuesta teórica y práctica que quiere cambiar las condiciones de vida de una forma radical, esto es, de raíz. El proyecto de ser uno mismo parece hoy completamente imposible porque existen tantas exterioridades que nos condicionan, que nos segmentan, que nos obligan siempre a ir de un sitio a otro, a realizar el proyecto de "otro" (el proyecto de la construcción de una vida que no es en absoluto nuestra) que el espacio de la interioridad está completamente destruído. 
Sin embargo, todavía algo se mueve. Siempre se ha seguido moviendo algo. Mientras escribo esto en Túnez la cólera de la gente a obligado al presidente a abandonar el país creando una de las mayores crisis del norte de África en los últimos 20 años. Y eso lo ha conseguido la cólera de miles de personas que han tomado su vida como algo inaplazable. Lo que mueve todo esto, igual que lo que ha movido a la gente en Grecia, en Hungría o en Islanda, por poner algunos ejemplos dentro de la "rica Europa" es que la superación del impasse de lo político viene siempre por la politización de la vida, la cual no es fruto de una labor teórica sino del enfrentamiento de la vida de cada cual con unas circunstancias que la ponen al abismo de una situación límite. En ese momento la vida se toma en serio. Por eso el impasse de lo político lo es sólo en la medida en que entendemos la política en un sentido tradicional, es decir, como expresión de algún movimiento concreto, de algunas siglas puestas en movimiento, como sinónimo de lo que la I.S. llamaba "espectáculo", que no es más que la mentira de que nada pasa, y de que lo único que se muestra no deja de ser un movimiento superficial. Lo que ocurre en Túnez en este momento es ya la superación de un impasse de lo político. Esto no dice nada de cómo acabará esa situación concreta. Los mismos que la han iniciado tendrán que saber con qué se conforman y con qué no. Ahora depende de ellos. Pero la política ya se hace carne en ese conflicto que está ahora en nuestro presente más inmediato. 
Por eso politizarse es hoy tomarse la propia vida como un proyecto inaplazable.