La Tribu

TERRITORIOS INALÁMBRICOS

Si una época es lo que se conforma, y un acto de pensamiento libre, por el contrario, es lo que obtiene su fuerza inspiradora de lo que inconforma, la política es entonces lo impensable, el punto que puede compensar todas las tensiones, el sitio donde una época se hace visible e imposible a la vez. Este texto, como todo pensamiento, es simplemente un prólogo. La libertad no puede ser prudente, siempre es un exceso, y la política debe estimular el exceso en todas sus formas

1.        
Aquí está el tiempo de los asesinos Arthur Rimbaud
El capitalismo mata. Esta es la premisa básica de cualquier intento de formular una crítica de época. No hay capitalismo mejor ni menos terrorista. El capitalismo, sea industrial o cognitivo, mata. Siempre. Esa es su naturaleza. Asesina. Su desarrollo condena a la miseria, al hambre, la tortura y la muerte a seres humanos. En principio, no hay más cosas que decir que esa. Todo lo demás que podamos decir no son más que las palabras y las acciones que brotan de la posibilidad.
Estamos viviendo una transición al interior del sistema. Hoy, el Capital está en su fase de acumulación originaria de potencia simbólica.
Todo sistema técnico que se expande no lo hace a partir de una inocencia originaria: en él está incluido no sólo un programa autorreproductor sino un plan general de administración de la vida, que se propone imponer una pax romana al interior de los límites del dominio”. Así, “una vez establecido el espacio del dominio, el impulso hacia adelante deviene máquina total”.1
Eso es el dominio: una máquina de guerra que corre sobre sangre.
En este contexto, los movimientos políticos tenemos que ser capaces de pensar los nuevos tiempos para mejor resistir. Y atacar. Los Estados, como viejos asustados de sus propios escándalos, cada vez huyen más de su lugar de mediadores entre los pueblos y el Mercado. Y mientras el aire de época recomienda cautela a unxs, para otrxs huele a pólvora. Paralelamente a la creación de formas cada vez más extremas de mediación y control, no hay proselitismo de los conceptos y consignas que se sostenga.
Sin embargo, existe una fuerza anónima que desautoriza todo aquello que por no postular la contingencia absoluta como lo determinante de su praxis, caería en la tentación dogmática o totalitaria.
Se ha corrido la voz de que las certezas clausuran la posibilidad del diálogo, cuando en realidad lo inauguran. Aún así, el triunfo atroz de la posmodernidad da cuenta todos los días de una verdad: que, libre de pautas o criterios que organicen la comprensión, toda reflexión se vuelve informe, y la incertidumbre lleva a buscar consuelo en lo trascendente, lo banal o lo seguro.
No queremos ideas-policía, ni ideas-mercancía: sí, ideas-fuerza que suban el volumen de la realidad, aún con la decidida voluntad de no querer tener razón. Jamás caer en la tentación de ciertos sistemas de pensamiento incapaces de reconocer ninguna otra verdad fuera de su marco epistemológico.
Si son nuestras vidas las que están en juego, basta de rebeldías que se muerden la lengua cuando hablan con la autoridad. Es la hora del chispazo plebeyo contra los mandarines.
Un nuevo llamado a pensar la comunión entre la técnica emancipadora, el cuestionamiento radical de la propiedad privada (columna vertebral de todos los horrores del mundo), el arte de la desobediencia, la memoria de las luchas como un tesoro vuelto a interrogar, y el pensamiento libertario como horizonte de ideas. El pirata está ahí, por todas partes

2.        
Todo nuestro sistema nervioso está bajo estado de sitio Michael Taussig
Si nuestra crítica combatió tradicionalmente la oscuridad, hoy se trata de combatir la impotencia. El mundo y sus miserias está totalmente iluminado. Nuestras conciencias están deslumbradas, y nuestros cuerpos son efectos de iluminación.
La denuncia como táctica pierde efectividad cuando todos los secretos se despiertan como alacranes perezosos.
La política debe, hoy, combatir la privatización de todos los aspectos de la existencia humana. Analizar los protocolos de legitimación del capitalismo cognitivo para desmontar su maquinaria, la cual habita en el mismo tejido desterritorializado de los circuitos financieros.
Así, una vez que el capitalismo se hizo uno con el mundo, cuando pareciera que no hay un afuera, y que siempre estuvimos aquí, la lógica sistémica se desnuda en toda su verdad: ya no se trata de erigir campos de concentración, nuestros cuerpos son campos de concentración portátiles. Hacer vivir sin dejar morir parece ser la consigna. Y obviamente, poner a producir dividendos a toda la cadena.
En una época de fabricación masiva de la subjetividad, cuando la vida toda ha sido puesta a trabajar (“El trabajo nos hará libres”, rezaba el cartel en la entrada de Auschwitz), ¿cómo evitar que nuestras prácticas y discursos sean apropiadas por el Capital?
El sentido común del terrorismo de mercado es uno de nuestros enemigos principales. Se afirma que estamos en la sociedad del conocimiento y no existen ideas, se promueve una comunicación incesante y no obstante la comunidad resulta impensable, se alientan redes de “cooperación social”, y acto seguido se las pone a producir valor para los Dueños.
Para el Capital, todos son imbéciles (improductivos) hasta que se demuestra lo contrario (que se les puede extraer plusvalor). La mentira flagrante de la diversidad es esto, sólo se nos permite existir como ciudadanos si somos capaces de generar plusvalía. Un mundo donde todas las cosas hablan el esperanto de la generación de ganancias. Y lxs que no, son invisibilizadxs, o asesinadxs para usar su sangre como lubricante de la Máquina de Guerra. Tratamiento de shock.
Somos materia prima orgánica de las interconexiones neuronales de la sociedad red. Es hora de hacer cortocircuito.

3.        
Todo documento de civilización es simultáneamente un documento de barbarie
Walter Benjamin
El totalitarismo de la técnica (medida eficiente del Mercado y extensión aciaga del espíritu) es uno de los vectores principales a la hora de analizar esta época. La técnica está ebria de sí misma.
El miedo. La madre de todas las tecnologías. Miedo al desamparo, y sobre todo a la Multitud. En este punto, el vínculo entre epistemología y política se profundiza significativamente ya que la defensa de leyes impersonales, incuestionables y asépticas va unida a la lucha contra la revuelta social.
Desangelada de toda ética, la técnica tiene nula relación con las posibilidades de que se fraguen nuevas formas de resistencia que la incluyan (la historia nos enseña que toda técnica se desarrolla en un contexto tecnológico en el que las consecuencias de su uso superan las previsiones de su diseño.).
Nanotecnología, ingeniería genética, biopolítica, inteligencia artificial, también podrían llamarse eugenesia, cámara de gas, maquila, alambre de púa, picana, videovigilancia, pasaporte. Toda una serie de simulacros que fingen ignorar las figuras de poder que ellos mismos cargan en sus tramas conceptuales.
Gadgets que se se acumulan en la historia de las miserias humanas como regalos de navidad no deseados.
Pero la Historia es el nombre de un crimen. Y justamente, una de las misiones históricas de la verdad técnica es impedir un pensamiento sobre la Historia.
Google es lo mismo que Monsanto, es lo mismo que la OMPI, es lo mismo que la OMC, es lo mismo que la CIA. Dispositivos de poder que accionan hacia un mismo objetivo.
En este sentido, uno de los procesos más acelerados que se están desarrollando a escala planetaria es la digitalización total del mundo. Digitalización para mejor cuadricular y dominar. Para seguir extendiendo la analogía de la realidad con la red. Para clausurar simbólicamente los territorios, espacios fundantes de toda resistencia al presente.
Mientras el discurso “digitalmente correcto” celebra acríticamente este proceso irreversible, cada vez más se devela que existe una tensión absolutamente irresoluble para el Capital que se sitúa entre la naturaleza replicable del bit y la posibilidad de su apropiación corporativa.
Si a través de las tecnologías los hombres se transforman en lo que pueden ser y serán, se entiende la paciente vigilancia del Estado y el Mercado sobre cualquier instancia que perciban como un principio de disgregación del orden técnico. Para evitar esto, nos inyectan Modas. La Moda es parte de una maquinaria donde la fuerza siempre tendrá un centro: fuerza centrípeta. Una forma utilizada por el sistema para regalarse (nos) engaños de variedad. Caminos que siempre solicitan un centro, porque en la moda lo que difiere nunca puede encontrarse. El Estilo es lo contrario de la moda: el riesgo constante, la búsqueda. En esa búsqueda sin garantías, el Estilo encuentra su fuerza intensiva, su específica anarquía.
Instalemos la subversión en el corazón del miedo. Es imposible no respirar el aire del presente, pero siempre es posible precavernos mediante la desconfianza inclaudicable hacia todo lo existente. Si la técnica es culpable, nuestra inocencia no tiene límites, ya que frente al ser como potencia, todo orden es un simulacro.

4.        
El arte (de la desobediencia) no será la belleza ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación León Ferrari.
El paradigma lingüístico del capitalismo es la publicidad. Los poderes descubrieron hace siglos que quien controla la metáfora gobierna la mente.
Pero la esencia de la publicidad es la productividad absoluta.
La trampa se hace evidente. Somos prisioneros que resisten y colaboran al mismo tiempo.
Que el verbo se haga carne significa que la palabra se ha incorporado al Capital.
Así, si el virus más peligroso es la palabra, en ella reside también la posibilidad del antídoto. Para expropiar la soberanía de la enunciación, para dejar de ser exiliadxs simbólicxs, refugiadxs lingüísticxs, los movimientos políticos debemos añadir reflexión a la revuelta, buscando ser irreductibles sin aislarnos. Una GPL discursiva.
El contra-lenguaje alternativo, para intentar neutralizar la máquina semiótica del capitalismo, debe alterar la entonación oficial, académica, legal, familiar. Construir sitios autónomos de habla que subviertan el metabolismo lingüístico, como drogas. Pensamiento de alto contraste contra el sentido jibarizado.
5.        
Toda propiedad es un robo Pierre-Joseph Proudhon
La propiedad. Una de las palabras que inauguró el mundo tal cual hoy lo conocemos. Aquello que no existe a fuerza de existir demasiado.
En este contexto aparece como urgente la necesidad de una economía política del capitalismo cognitivo, que establezca con veracidad a la propiedad intelectual como el principal recurso generador de plusvalor. Es decir, el nuevo escenario de las revueltas (sin perder jamás de vista a la propiedad material).
Y a sabiendas, desde ya, del hecho incontrovertible de que cualquier mapa encajará en cualquier territorio dada la suficiente violencia.
Toni Negri nos advierte que “la explotación de lo común se ha convertido en el locus de la plusvalía”. Allí se evidencia su naturaleza parasitaria. El capitalismo vive de la cooperación y la creatividad social de todxs nosotrxs, mientras en paralelo blinda su máquina de guerra con leyes de propiedad intelectual cada vez más espartanas.
Y este blindaje de la propiedad intelectual, esta “guerra de baja intensidad” de la que ya podríamos empezar a hacer el recuento atento de sus bajas para evidenciar su belicosidad, es el escenario privilegiado de una avanzada donde están comprometidos los sectores estratégicos de la economía mundial. Los alimentos y la salud, por las patentes sobre la vida y los químicos; la educación, por el proceso privatizador y los vínculos siniestros entre las corporaciones transnacionales y el financiamiento de la investigación pública; el software, por las licencias privativas; la red, por los sistemas de vigilancia y control; la cultura, por la aplicación irrestricta de derechos de autor.
En esta pulseada estamos, y necesitamos nuevas categorías para cartografiar y develar los puntos de incandescencia.

6.        
La democracia es un invento de los nazis más educados Ser o no Res.
Giorgio Agamben nos cuenta que toda fundación de un orden político de soberanía se asienta en la preservación del privilegio de declaración del estado de excepción -que autoriza la suspensión del principio de inviolabilidad de la vida humana-. Este aspecto también es patrimonio de las democracias liberales que supimos conseguir. La democracia, esa alucinación colectiva.
Y debiéramos decir, que más que en ningún otro sistema. La democracia de Mercado, proclamando su no-caducidad, instala al mundo en una nueva y recién estrenada eternidad. Parece que siempre hubiésemos estado aquí. Que siempre hubiésemos tenido que llegar aquí. Y se hace imposible pensar cómo poner fin a lo que hay.
Cuando todo lo extraordinario desaparece y es sofocado por la promesa de una disciplina, es hora de empezar a rastrear en nuestra sociedad, legitimada por maquinarias electorales, la ambición totalitaria del fascismo. Para el cual, la política es saber cuando apretar el gatillo.
Los movimientos políticos debemos hacer el intento de saltar del paradigma de la democracia liberal como sistema de pensamiento, que postula que todo es dialogable, conversable. O sea, negociable. Debemos evitar convertir a la democracia en la triste medida de nuestros deseos.
Los colectivos no deben suprimirse en el rígido esquema de un “nosotros democrático universal”, en el que las singularidades políticas licuen todo lo que tienen de afirmativo. Esto entraña el peligro de convertir las praxis en un contrabando de autonomías cada vez más relativas con respecto a los dispositivos del sistema. La libertad de elección sólo es viable cuando no perturba en modo alguno a los Dueños. Las grietas en la democracia son su condición de posibilidad.
Y ligado a esta radicalización del concepto de ciudadanía, rechazar el monopolio de la violencia consensual, construir una política y una ética ligadas de manera clara a una idea de verdad y no de consenso, como herramienta para desenmascarar la realidad: todo consenso esconde un combate de sentidos donde gana el que grita más fuerte (o el que dispara más rápido).
Nuestros sueños también tienen desaparecidos que recordar.
En Guantánamo y en Palestina, en Colombia y en Texas, en la Italia que mata gitanos y la España que deporta marroquíes, las democracias mostraron que su techo de creatividad social es la administración técnica de demandas que siempre son excesivas, un eterno untar de aceite los mares furiosos del reclamo popular.
Pensar el poder no como un núcleo central al que acceder, sino como una vertiginosa dispersión de fuerzas, nodos que en lugar de confluir en un único significado lo parasiten para destruir su poder totalitario.

7.        
La Ley espera a que des un traspié en algún modo de ser, que te conviertas en un alma diferente a la habitual carne muerta aprobada y sellada en púrpura por las autoridades sanitarias; y tan pronto como empiezas a actuar en armonía con la naturaleza, la Ley te da el garrote y estrangula; así que no juegues al bendito mártir liberal de clase media; acepta el hecho de que eres un criminal y prepárate para actuar como tal. Hakim Bey
El principio de gratuidad no es una excepción marginal, sino que puede convertirse en el principio universal de acceso a los bienes materiales e inmateriales.
Franco Bifo Berardi
Hay un aspecto de la política de esta época, un aspecto irreductible, y donde está instalado gran parte del malestar del Capital contra nosotros. Algo que subleva más que ninguna otra cosa al Poder.
La imagen de esta época de multiplicidades y dispersiones infinitas es una forma de aparición de su opuesto, a saber, de la presencia masiva del Capital como significante universal y presencia masiva bajo su forma-fetiche por excelencia, la del dinero, encarnado en infinitas formas aparentemente irreductibles unas a otras, pero todas ellas mercancías. Y el poder totalizador de este capital se da particularmente en el espacio virtual de las redes informáticas y las imágenes mediáticas. Es (…) como si estuviéramos recorriendo la historia del espíritu y de la historia al revés: si en los orígenes la promoción del Equivalente General sirvió para ocultar el trabajo de lo Múltiple, ahora la promoción de lo Múltiple sirve para desplazar la completa dominación del Equivalente General” 2. Esta característica del movimiento es lo que perturba el sueño de los Dueños, la supervivencia, a pesar de todos sus esfuerzos, de una ética que preserva una ración no asalariada, no mercantilizada del mundo para sí misma. Para el sistema, la libertad siempre es libertad cercenada. No pueden soportar la libertad radicalizada. Les aterra. No pueden soportar que tratemos como cosas con valor de uso pero sin valor de cambio lo que para ellos son mercancías potenciales. No pueden entender que aún existan signos intraducibles al lenguaje monetario.
Una economía alternativa basada en el don, el trueque no mercantil, en la noción de autor individual herida de muerte, en la idea de colaboración, atenta simbólicamente contra el sistema casi como ninguna otra cosa.

8.        
El filósofo debe transformarse en indio para que el indio no sufra la miseria de ser indio Gilles Deleuze
Tan importante como la brecha digital, es la brecha que separa saber político y habilidad técnica. En este cruce, fundamental para un salto en la política de época, está instalada, creemos, la épica del futuro.
Necesitamos con urgencia a la gente y su compromiso a largo plazo, necesitamos politizar el software y softwarear los movimientos sociales. Es en la socialización y liberación de saberes y técnicas, fuentes primarias del poder social, donde la posibilidad de subvertir el orden se hace presente.
Mientras que parte de la militancia vive on line, otros viven en la calle, y ambos grupos están siendo derrotados. Necesitamos una rigurosa plataforma de síntesis entre movimientos politicos y tecnología, una sinergia entre universos de militancia más tradicionales y el activismo digital.
Para poner el cuerpo y no convertir la militancia en una gimnasia sin peligro. Máquinas radicalmente territoriales, radicalmente corporales.
Recuperar la idea de territorio, para resistir. Para hacer el amor o para romper de un piedrazo los vidrios de un banco. Suculenta dinamita.

9.        
Evitar la tendencia a sobrestimar la organización que, poco a poco, de medio para conseguir un fin, se convierte en un fin en sí mismo.
Rosa Luxemburgo
Convergencia. La palabra clave. El abracadabra que abre las puertas para ir a jugar (ese juego serio que es la resistencia). Este hotel multicolor que nos aloja y nos hace más fuertes para la danza y la batalla.
A nuestro entender, la tarea que nos espera, luego de enfocar en algunos nudos problemáticos acerca de cómo afrontar las luchas, es crear comunidad. Prácticas que sean inmanentes al capitalismo (porque en él estamos insertos), pero que en su interior tengan, hoy, la semilla de la trascendencia, de otro mundo donde quepan ya no todos los mundos, sino sólo aquellos que no se pretendan hegemónicos.
Debemos ser capaces de garantizar la biodiversidad militante. Y en cuanto a las formas organizativas, ya los anarquistas habían tenido la intuición de que superado cierto umbral asambleario sólo restaba la posibilidad del dominio. Tendremos que ser capaces de contradecirlos, al menos en este punto, e idear nuevas formas organizativas que estén a la altura de nuestros deseos.
Las juntas de buen gobierno zapatistas, el copyleft, el trueque, las redes libres, el P2P, las ferias de intercambio de semillas, el espíritu colaborativo del software libre, las innovadoras ideas de propiedad de los mapuches, las tomas de tierra de los campesinos, la okupa europea, las ecoaldeas. Prácticas subversivas. Territorios inalámbricos. Nuevos espacios para gestionar de manera autónoma nuestras vidas. El sueño del potlach.
Las normas y las leyes, los Estados y las corporaciones, temen a las prácticas. Soñamos con asistir al funeral de la obediencia. Y hacer allí un baile sin máscaras. Donde estén todxs invitadxs. El minero de Potosí, el top manta de Barcelona, la recepcionista de call-center en Bombay o el banderillero de fumigaciones de agrotóxicos en Santiago del Estero, la cajera de un supermercado en México, la trabajadora de la maquila en Costa Rica o en Tailandia, la travesti en las calles de Quito, el hacker de la casa okupada en Italia. Juntxs y libres. Para reconocernos, y no olvidarnos jamás.
La insurrección solo es posible en un doble movimiento: desorganizando la coherencia del Poder, y organizando el caos alternativo, creando muros de contención ante nuevas embestidas uniformadoras. Cuando oponemos un sistema a la experiencia, nos hacemos cómplices del Sistema que opera expropiando la experiencia.

10.    
Si es posible que no sean ya necesarias ni las armas ni los ejércitos, sin que haya sangre y fuego para lavar la historia, sea. Pero si no. ¿Y si nos vuelven a cerrar todas las puertas? ¿Y si la palabra no logra saltar los muros de la soberbia y de la incomprensión? ¿Y si la paz no es digna y verdadera, quién -preguntamos- nos negará el sagrado derecho de vivir y morir como hombres y mujeres dignos y verdaderos? ¿Quién nos impedirá entonces vestirnos otra vez de guerra y muerte para caminar la historia? ¿Quién?
Subcomandante Marcos
Cada hombre un soldador, uniendo las partes rotas del gran espejo interior” Miguel Abuelo

¿Qué viene después de la manifestación, el diálogo y la convergencia? Afortunadamente, no lo sabemos. El futuro está abierto a toda posibilidad. Ninguna puerta conduce dos veces a la misma habitación. Lo que sí sabemos es que la resistencia, la militancia y el compromiso no son una opción entre otras. No se elige: se soporta o no se soporta.
¿Dónde no está el terror? En la posibilidad. En la certeza irreductible de que aún quedan asombros no estrenados. Y que somos extranjerxs de un país que no existe aún, que está consensuando de manera lenta pero firme sus cartas de ciudadanía. Sus sonerías rojas y violetas.
Y no sólo debemos habitar una época que simula un desierto. Donde la felicidad es siempre sospechosa, y el placer siempre clandestino. Debemos, además, leerlo atentamente. Leer el desierto y descubrir que no es tal, que nos mintieron. Que la miel es más dulce que la sangre, siempre. Que los pueblos y sus luchas no quieren ser la omnipotencia, desean ser la belleza. La vida bella que nos robaron.
Y sabemos de los peligros. Sabemos que el único modo en que fue, es y será posible algún grado de libertad real para el ser humano, es porque existen aquellxs que opusieron su vida a la norma. Sabemos además que nuestra resistencia es vital, porque más allá de la victoria, somos la caja negra, la memoria ambulante para que las generaciones del futuro sepan que existieron estas luchas. Que no estarán nunca solxs. Que somos millones a lo largo de la historia los que dijimos No. Un No inmenso, y muchos Síes. De eso se trata.
Y esta mirada, esta profunda y tierna terquedad en constituir territorios comunes, no es casual. No es casual que sea desde América Latina desde donde se están empezando a instalar estos debates en la agenda global.
No es casual, en un continente acostumbrado al saqueo permanente a lo largo de más de cinco siglos de capitalismo, donde nunca fuimos consultados acerca de la apropiación privada de todos nuestros recursos, que los pueblos tengan cómo una de sus principales preocupaciones liberar territorios, ocuparlos, porque entendemos que es el único modo de defenderlos de modo eficaz.
Y es en este sentido, que la mirada de América Latina se enriquece con aportes de movimientos campesinos, cosmovisiones de los pueblos originarios, el fenómeno de las fábricas recuperadas, las luchas por la democratización de las comunicaciones, los debates sobre la bioética y la autonomía de los cuerpos, las miradas sobre los nuevos modos de organización del trabajo en el capitalismo cognitivo. Múltiples miradas, que si bien entendemos que existen en los países centrales, también entendemos (y aquí el aporte estratégico) que América Latina ha sido y es uno de los “laboratorios globales” de aplicación de políticas siniestras de cada uno de estos campos: desde el saqueo y exterminio de los pueblos originarios para ampliar la frontera agrícola, pasando por la implantación de call centers para atender las demandas del primer mundo, hasta la proliferación de campos sembrados con semillas de Monsanto, y rociados con el Glifosato asesino (que en los países centrales está expresamente prohibido), hasta la biopiratería de recursos naturales estratégicos (agua, bosques, conocimientos ancestrales patentados y mercantilizados). En fin, creemos que desde este lado del mundo, particularmente castigado por estas políticas que otrxs teorizan, es donde podemos encontrar la llave para que la política pase a otro estadio de las discusiones y las luchas.
Converger. De nada serviría la tarea de un comunicador si no hubiera campesinos guardando la semilla que alimentará a la humanidad, de nada servirá que todas las máquinas del mundo corran sobre software libre, si los márgenes de libertades civiles cada día se restrinjan más, de nada sirve recuperar tierras, si sobre esas tierras no recuperamos también la ética colectiva que nos permita vivir en ellas de manera justa.
Somos nuevxs, somos lxs de antes, lxs de siempre. Lxs de atrás. Lxs que deseamos volver a descubrir el mundo cada vez como lxs ciegxs, para lxs cuales todas las cosas son repentinas.
Estamos en el momento incandescente en que todavía existimos indefinidamente, o ni siquiera existimos, sólo somos una manifestación de lo nuevo. Tenemos que evitar a toda costa el momento posterior en que el movimiento se disuelve en la ley, evitar que nuestro destino sea herir la regla sólo para reanimarla después. Aunque ese momento llegará, inexorable y afortunadamente, porque querrá decir que nuestro esfuerzo no fue en vano. Que lo esencial aún no ha sido dicho.
Se trata de salvar la fugacidad de las decisiones, la idea de la intervención inesperada, el acontecimiento irrepetible pero intenso que nos hiere para siempre en su chasquido. La política hoy tiene como fin la proliferación y no la acumulación
El espíritu de dar no sólo lo que se tiene sino también lo que no se tiene: dicho exceso desborda el presente, la propiedad, el derecho, la ética y la política. Es amor puro.

Sebastián Vazquez – Buenos Aires, Enero 2011- culturalibre@fmlatribu.com

Notas:
1- Christian Ferrer, Mal de ojo, de. Colihue, 1999.
2- Eduardo Gruner, La servilleta de Asdrúbal, Revista El Ojo Mocho 3.

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