Jesus

Distingo la política como ejercicio del poder establecido, idóneo refugio de los mediocres, ese arte de gobernar, de dirigir a los demás, por el buen camino, por la senda; y la política que nace al sentir que nuestras vidas se politizan en cuanto descubrimos ese odio, ese malestar, ese ímpetu sin norte que nos hace sentir vivos. Y es esa la política que expresa nuestra diferencia, nuestro profundo desacuerdo, sin más representante que nosotros mismos, sin más militante que uno, eso sí, en alianza con tantas otras vidas que también deciden querer ser vividas, con la fuerza de los tantos que claman el mensaje que ya no espera más, que quiere ser ya.