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El trueno que hizo "saltar la montaña" y empujó a un joven Hans Castorp al frente, lejos de ser una metáfora trasnochada, bien podría ilustrar ese otro imperativo que nos lleva a diario a sostener nuestra propia batalla.
Politizarse hoy consistirá en aguantar el pulso a la vida y todos sus envites, bien sea en el trabajo, en la calle o en el propio cuerpo. 

Y pese al asedio del dolor, no permitir que nuestro pensamiento desfallezca.